
Para empezar, les doy un pequeño recuento para que los que no lo saben, entiendan mejor de qué estoy hablando. Electric Sheep es una empresa que lleva un buen rato innovando en la creación de mundos virtuales dentro de plataformas como there.com y Second Life prácticamente desde el principio. A fines de febrero, CBS invirtió una buena cantidad de dinero en Electric Sheep bajo la premisa de crear comunidades virtuales de forma conjunta. La promesa se materializó a mediados de este mes cuando inauguraron en Second Life una versión virtual de Manhattan con la temática de CSI:NY, lanzaron un viewer mejorado para para este mundo virtual llamado onRez, y el miércoles pasado (24 de octubre) se transmitió en Estados Unidos un capítulo con una trama que transita entre first life y second life, todo esto dentro de un tercer espacio virtual como lo es la televisión. Todo forma parte de un programa bastante ambicioso que explica mucho mejor el creador de CSI que yo:
La trama de este último capítulo empieza con el asesinato de una mujer adicta a Second Life que acostumbraba referirse a si misma como una "cibercelebridad". Llegó al extremo de hacerse cirugía plástica, teñirse el cabello y utilizar pupilentes para parecerse lo más posible a su avatar. A todas luces, un comportamiento extraño y poco común ¿o no? Pero me llevó a pensar si, para los que nos hemos enganchado de una u otra manera en comunidades virtuales, ¿existe diferencia entre nosotros y nuestros yo virtuales? ¿somos la misma persona o son dos personalidades diferentes? ¿controlas a tu avatar o tu avatar te controla a ti?
Cuando entré por primera vez a Second Life, me concentré en construir un avatar que se pareciera lo más posible a mi. Así que me fabriqué un rollizo personaje con un alto porcentaje de grasa corporal. Lo que pasó después fue un poco raro. Consciente o inconscientemente, creo que verme a mi mismo desde muchos ángulos recorriendo las calles virtuales me dio el empujoncito que me faltaba para decidirme a bajar de peso en la vida real. Sobretodo cuando algún avatar me dio todo un discurso sobre cómo, a diferencia de RL, aquí en SL no tenía ningún pretexto válido para tener un avatar gordo pudiendo escoger el shape que fuera. Cierto. Así que modiqué mi avatar, reduciendo la grasa corporal e incrementando el músculo... pero también a partir de ese momento comencé a cambiar también mi comportamiento en SL de forma más acorde a mi nueva imagen. Tayito Rodenberger se convirtió en un personaje más aspiracional, sigo siendo yo pero en realidad ya no soy yo: es un yo más profundo, que ha salido a flote libre ya de cualquier atadura relacionada con la imagen. Y estos cambios se han ido extendiendo también a RL: He estado modificando poco a poco también mi "avatar" de la vida real a través de una mejor alimentación, dejando de fumar y próximamente también con un programa de ejercicio, y creo que mi salud y mi calidad de vida se verán beneficiadas por ello.
En principio mi avatar y yo somos la misma persona. Pero como un actor representando un personaje, mi avatar y yo tenemos diferencias. Algunas son obvias (es obvio que nunca voy a poder volar o teletransportarme) pero la mayoría son más sutiles: ante situaciones similares, tiendo a reaccionar de forma distinta en Second Life que en la vida real. Probablemente en Second Life, a nivel inconsciente, la mente se sabe libre de limitaciones y por eso reacciona de otra manera. Quién sabe. De lo que si estoy seguro es de que en mi caso mi Avatar y yo somos expresiones diferentes de una misma persona. De la misma manera en que el tono con el que me quejo a veces en este blog también es una expresión de mi personalidad que no siempre sale a flote, pero que quien ha tenido que discutir conmigo conoce muy bien.
Sin embargo, también creo que la experiencia de la realidad virtual es muy distinta para cada quien. De la misma forma en que hay personas que odian hablar por teléfono y otras que no cuelgan en todo el día, algunas personas se enganchan con la realidad virtual y otras no. Algunas se comportan igual en todos los entornos, pero hay otras que tras un avatar se transforman en una persona radicalmente diferente, a veces para tomar una personalidad interesante pero en otras ocasiones pueden llegar a parecer poseídas por demonios atemorizantes.
Así, por ejemplo, conozco varias personas que se han reinventado a si mismos completamente en SL. Tienen una segunda biografía, con su propia segunda personalidad, una segunda imagen que no tiene nada que ver con la real y se transforman en ella cuando se conectan a internet. Algunos y algunas se cambian hasta de sexo sin que eso represente forzosamente sus preferencias sexuales en RL. En principio ésto no es malo, es simplemente una manera de reflejar los anhelos y deseos de una persona, pero como con todo el exceso hace la diferencia. Hay personas que se crean una segunda vida tan atractiva que prefieren estar todo el día en ella que experimentando una vida "real". Honestamente creo que si el metaverso se convierte en una obsesión para ti, al grado de impedirte salir de tu casa, tal vez necesitas tomarte un tiempo fuera y replantear tus prioridades en la vida.
El peor de los casos sería el de la "posesión". El avatar se convierte en una especie de ente maligno que parece controlar a la persona que está tras él. Sacan a relucir lo peor de su personalidad reprimida y se convierten en individuos violentos, racistas, misóginos, intolerantes, y exhiben actitudes indefendibles por donde se vean. Son capaces de acosar, de amenazar, de chantajear, intimidar y llevar a cabo acciones que en la vida real les conseguirían un pase directo al Penal de Alta Seguridad más cercano. Éste es un comportamiento que se llega a dar también fuera de las computadoras: por ejemplo, algunas personas que aparentan ser muy tranquilas se transforman en verdaderos sociópatas cuando se sientan al volante. Me dan la impresión de que en algún rinconcito obscuro de su mente se convierten en el automóvil y se conducen como tal. O más bien el automóvil los conduce a ellos. Aquí también entraría el caso del clásico cobarde que acosa a alguien telefónicamente o por correo electrónico porque no se atreve a dar la cara de frente. No sé... creo que es bueno encontrar una vía para desahogarse de las presiones diarias, pero esconderse tras el anonimato para hostigar sin causa aparente a otras personas por el puro placer de hacerlo no me parece un comportamiento saludable.
Cuando pienso en este último tipo de personas, recuerdo mi frase favorita de Bill Clinton. Cuando le preguntaron en 60 minutos la razón por la que sucedió todo el asunto de Monica Lewinsky, contestó: "Creo que hice algo por la peor razón posible -- Simplemente porque podía. Creo que es la razón más, o prácticamente la más moralmente indefendible para hacer algo. Cuando haces algo simplemente porque podías hacerlo... he pensado mucho sobre ello. Y hay montones de explicaciones más sofisticadas, más explicaciones psicológicas complicadas. Pero ninguna de ellas es una excusa. Sólo un tonto no busca explicarse sus equivocaciones."
Ustedes, ¿qué opinan? ¿su personalidad real es igual que su personalidad virtual? ¿controlan a su avatar, o su avatar los controla a ustedes?
Cuando entré por primera vez a Second Life, me concentré en construir un avatar que se pareciera lo más posible a mi. Así que me fabriqué un rollizo personaje con un alto porcentaje de grasa corporal. Lo que pasó después fue un poco raro. Consciente o inconscientemente, creo que verme a mi mismo desde muchos ángulos recorriendo las calles virtuales me dio el empujoncito que me faltaba para decidirme a bajar de peso en la vida real. Sobretodo cuando algún avatar me dio todo un discurso sobre cómo, a diferencia de RL, aquí en SL no tenía ningún pretexto válido para tener un avatar gordo pudiendo escoger el shape que fuera. Cierto. Así que modiqué mi avatar, reduciendo la grasa corporal e incrementando el músculo... pero también a partir de ese momento comencé a cambiar también mi comportamiento en SL de forma más acorde a mi nueva imagen. Tayito Rodenberger se convirtió en un personaje más aspiracional, sigo siendo yo pero en realidad ya no soy yo: es un yo más profundo, que ha salido a flote libre ya de cualquier atadura relacionada con la imagen. Y estos cambios se han ido extendiendo también a RL: He estado modificando poco a poco también mi "avatar" de la vida real a través de una mejor alimentación, dejando de fumar y próximamente también con un programa de ejercicio, y creo que mi salud y mi calidad de vida se verán beneficiadas por ello.
En principio mi avatar y yo somos la misma persona. Pero como un actor representando un personaje, mi avatar y yo tenemos diferencias. Algunas son obvias (es obvio que nunca voy a poder volar o teletransportarme) pero la mayoría son más sutiles: ante situaciones similares, tiendo a reaccionar de forma distinta en Second Life que en la vida real. Probablemente en Second Life, a nivel inconsciente, la mente se sabe libre de limitaciones y por eso reacciona de otra manera. Quién sabe. De lo que si estoy seguro es de que en mi caso mi Avatar y yo somos expresiones diferentes de una misma persona. De la misma manera en que el tono con el que me quejo a veces en este blog también es una expresión de mi personalidad que no siempre sale a flote, pero que quien ha tenido que discutir conmigo conoce muy bien.
Sin embargo, también creo que la experiencia de la realidad virtual es muy distinta para cada quien. De la misma forma en que hay personas que odian hablar por teléfono y otras que no cuelgan en todo el día, algunas personas se enganchan con la realidad virtual y otras no. Algunas se comportan igual en todos los entornos, pero hay otras que tras un avatar se transforman en una persona radicalmente diferente, a veces para tomar una personalidad interesante pero en otras ocasiones pueden llegar a parecer poseídas por demonios atemorizantes.
Así, por ejemplo, conozco varias personas que se han reinventado a si mismos completamente en SL. Tienen una segunda biografía, con su propia segunda personalidad, una segunda imagen que no tiene nada que ver con la real y se transforman en ella cuando se conectan a internet. Algunos y algunas se cambian hasta de sexo sin que eso represente forzosamente sus preferencias sexuales en RL. En principio ésto no es malo, es simplemente una manera de reflejar los anhelos y deseos de una persona, pero como con todo el exceso hace la diferencia. Hay personas que se crean una segunda vida tan atractiva que prefieren estar todo el día en ella que experimentando una vida "real". Honestamente creo que si el metaverso se convierte en una obsesión para ti, al grado de impedirte salir de tu casa, tal vez necesitas tomarte un tiempo fuera y replantear tus prioridades en la vida.
El peor de los casos sería el de la "posesión". El avatar se convierte en una especie de ente maligno que parece controlar a la persona que está tras él. Sacan a relucir lo peor de su personalidad reprimida y se convierten en individuos violentos, racistas, misóginos, intolerantes, y exhiben actitudes indefendibles por donde se vean. Son capaces de acosar, de amenazar, de chantajear, intimidar y llevar a cabo acciones que en la vida real les conseguirían un pase directo al Penal de Alta Seguridad más cercano. Éste es un comportamiento que se llega a dar también fuera de las computadoras: por ejemplo, algunas personas que aparentan ser muy tranquilas se transforman en verdaderos sociópatas cuando se sientan al volante. Me dan la impresión de que en algún rinconcito obscuro de su mente se convierten en el automóvil y se conducen como tal. O más bien el automóvil los conduce a ellos. Aquí también entraría el caso del clásico cobarde que acosa a alguien telefónicamente o por correo electrónico porque no se atreve a dar la cara de frente. No sé... creo que es bueno encontrar una vía para desahogarse de las presiones diarias, pero esconderse tras el anonimato para hostigar sin causa aparente a otras personas por el puro placer de hacerlo no me parece un comportamiento saludable.
Cuando pienso en este último tipo de personas, recuerdo mi frase favorita de Bill Clinton. Cuando le preguntaron en 60 minutos la razón por la que sucedió todo el asunto de Monica Lewinsky, contestó: "Creo que hice algo por la peor razón posible -- Simplemente porque podía. Creo que es la razón más, o prácticamente la más moralmente indefendible para hacer algo. Cuando haces algo simplemente porque podías hacerlo... he pensado mucho sobre ello. Y hay montones de explicaciones más sofisticadas, más explicaciones psicológicas complicadas. Pero ninguna de ellas es una excusa. Sólo un tonto no busca explicarse sus equivocaciones."
Ustedes, ¿qué opinan? ¿su personalidad real es igual que su personalidad virtual? ¿controlan a su avatar, o su avatar los controla a ustedes?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario