
Alguna vez me dijeron que algunos pueblos prehispánicos vivían aterrados de que el cielo pudiera desmoronarse y caerles sobre la cabeza. A mi se me hacía una bobada. Pero el día de hoy, Ehécatl pareció darles la razón porque se hizo presente en el Valle de México con vientos sostenidos de hasta 74 km/h que dejaron espectaculares derribados, árboles caídos y, al menos hasta el momento, una persona muerta. Bueno, el viento llegó al grado de derribar dos contenedores en la Av. Ceylán sobre 8 vehículos. Y ni hablar de los apagones y el caos vehicular.
Después de
atestiguar lo que pasó hoy, ya no me parece tan increíble que pudiera haber personas con miedo genuino a que les cayera el cielo en la cabeza. En todo caso, lo que me queda claro es que estos vientos son síntomas de la gravedad de la enfermedad que todos sabemos que aqueja a nuestro planeta. El cambio climático no es un juego de niños, y estas cosas van a seguir sucediendo y nos van a seguir soprendiendo, aunque todavía hayan algunos necios que intenten convencernos de que es una exageración y no está pasando nada.
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