
Lo más preocupante de la actual pandemia en ciernes de influenza no tiene que ver con los riesgos a la salud en la población. El problema principal es la naturaleza humana que a la primera oportunidad deja salir lo peor de nosotros: el egoísmo, el racismo, el odio, la xenofobia y en general la dualidad odio/miedo ignorante que se refleja hasta en los estereotipos. Pero lo peor es que en este caso son miedos y estereotipos que nosotros mismos hemos fomentado.


¿Se acuerdan de este poster? Hace no mucho tiempo se armó un escándalo porque una campaña de prevención de enfermedades en Inglaterra nos identificaba a los mexicanos como fuente de enfermedades infecciosas. Mucha gente se enojó porque en la campaña se decía que el sombrero mexicano es ridículo. Aunque lo es: Hace muchas décadas que nadie utiliza este tipo de sombreros en México más que para echar desmadre en el grito y en eventos deportivos. Otros se enojaron más por el mensaje de fondo: somos fuente de infecciones. Y eso no es cierto, ¿o sí?
La verdad es que ésta fama no es gratuita: para empezar, no vivimos precisamente en las condiciones más saludables del mundo. Convivimos diariamente con altos niveles de contaminación ambiental, y la lucha contra moscas, cucarachas y demás alimañas es una batalla constante que en zonas cálidas parece francamente perdida. La mayoría de los ríos y arrollos de la república se utilizan como drenajes de aguas negras, las cuales se llegan a utilizar después para regar campos agrícolas de fresa, lechuga y espinaca. Hay rastros clandestinos donde se produce carne de dudosa calidad que después se consume en puestos de tacos al aire libre, y tenemos altos índices de pobreza y marginación donde la gente vive hacinada junto con animales de granja (como cerdos y gallinas) en chozas con piso de tierra y techo de cartón.
Intentar prevenir enfermedades en México es una tarea titánica. Mucha más gente de la que creen sigue teniendo hábitos francamente insalubres como rascarse las narices, comerse las uñas, estornudar y toser sin taparse la boca, escupir y orinar en la calle, no lavarse las manos después de ir al baño o antes de comer, y no usar el condón. Bueno, si se fijan, hasta el mismo Jefe de Gobierno del DF, con todo y crisis sanitaria, sigue rascándose la nariz como si nada frente a las cámaras de televisión. Es que los malos hábitos son difíciles de erradicar. Y los tratamientos médicos pocas veces se concluyen: Por ejemplo, mucha gente con problemas estomacales o respiratorios deja de tomar sus medicamentos en cuanto se empieza a sentir mejor, generando cepas de bacterias resistentes a los antibióticos.
Por otro lado, el desmantelamiento del sistema de Salud del país provoca que mucha gente muera por negligencia. Se está dejando caer en pedazos a los hospitales públicos, se ha detenido la investigación científica desde hace años y los hospitales privados tampoco dan el ancho. Ni siquiera tenemos un plan de contingencia para crisis epidemiológicas. Por ejemplo, Estados Unidos tiene una reserva estratégica de 50 millones de dosis de Antivirales. Nosotros apenas tenemos un millón. 30 años de indolencia gubernamental en Salud Pública por fin están rindiendo frutos: desde siempre nos estamos muriendo "como puercos"por enfermedades prevenibles o curables. Nada más que ahora todo el mundo se ha dado cuenta, y el gobierno sólo atina a ofenderse porque le llaman incompetente.
No me cuesta mucho trabajo recordar casos de incompetencia en el sistema de salud: Una Tía mía en San Luis Potosí falleció hace algunos años. Tenía un dolor en la boca del estómago, fue al IMSS, le dijeron que era gastritis sin siquiera revisarla y la mandaron a su casa. Falleció al llegar a su casa: lo que tenía no era gastritis, sino un infarto. Su marido falleció poco después. Dicen que de tristeza, pero yo digo que de negligencia: llegó por su propio pie a la clínica y se desmayó una hora después en la sala de espera esperando a que lo atendieran. También era un infarto. A otro tío en la Ciudad de México le detectaron oportunamente Cáncer de Próstata. Durante la operación para extirparlo en el Hospital de La Raza le cortaron "accidentalmente" la Arteria Femoral. Tras varias transfusiones de sangre lograron detener la hemorragia pero "tuvieron que cerrar" dejando la mitad del Cáncer adentro. Se extendió rápidamente a todo el cuerpo y falleció meses después. Hace algunos años, mi abuela se quejaba de dolor en el abdomen. En la clínica del ISSSTE le hicieron estudios y concluyeron que "no tenía nada". Es más, según ellos ni siquiera tenía vesícula, a pesar de que jamás la habían operado. Unos estudios serios y una consulta con un médico privado reveló que en realidad tenía una infección en la vesícula tan severa que se había extendido al hígado y al páncreas. Hasta la fecha estoy convencido de que si la hubiéramos dejado en el ISSSTE, probablemente también habría muerto.
Pero las clínicas y hospitales privados en México también dejan mucho qué desear. Para empezar son carísimos: en un hospital privado, una esponja de baño (que la mayoría de las veces resulta ser un simple trozo de hule espuma) te cuesta 200 pesos y una barrita de jabón te cuesta 150 pesos. Ni el Four Seasons sale tan caro como una noche en un hospital privado la Ciudad de México. Pero el precio no siempre se corresponde con la calidad de servicio recibida. No hace mucho supe de una persona que estuvo tratándose con quimioterapia durante meses contra una supuesta leucemia en uno de los hospitales más prestigiosos del país, para que al final resultara que había sido un error de diagnóstico y que en realidad nunca tuvo cáncer.
La verdad es que no tenemos argumentos para defendernos de la discriminación mundial que nos hemos ganado a pulso. La epidemia actual de influenza prácticamente sólo ha matado mexicanos por una razón: el sistema nacional de salud no sirve. Lo que da más miedo de la situación actual es saber que tienes que ir al hospital y ponerte en sus manos si te enfermas. Porque ir a un hospital mexicano es como jugar a la ruleta rusa. O como la caja de chocolates de Forrest Gump: nunca sabes lo que te va a tocar.
4 comentarios:
mmm, yo digo que no es tanto el sistema de salud, sino las personas, pues en el imss, si las operaciones comienzan a las 9am, el cirujano tiene su tarjetón checado puntual, pero a esa hora está taaaan agusto sentado viendo la tele y comiendose un pan... y llega 2 horas después, claro, su hora de salida también la checa puntual, por que no cambian?? por que no hay necesidad, son muy amigos de los de arriba y ellos le diran "yaaa, comienza tus operaciones a tiempo", pero si no lo hace, no pasa nada.
A mi me parece que el problema va mucho más allá de que algunos trabajadores de la salud sean huevones. Por ejemplo, para el primer trimestre del año el Gobierno Federal tenía un presupuesto asignado de 575 millones de pesos. Nada más que decidieron no aplicarlo. Por algo no alcanzaron ni los cubrebocas con la emergencia.
Tayo, Lamenablemente todo lo que dices en tu artícullo es verdad, ademas, lo estereotipos de los Mexicanos en EE.UU. tambien se lo han ganado solos, con sus acciones, con su forma de no progresar y ser conformistas (en la mayoria de los Casos), en la forma de vestir, que hasta la fecha su traje de Gala Incluyen BOTAS y SOMBRERO, pero tambien es lógico, porque debemos recordar que pacticamente el 95% de los Mexicanos que vienen para acá es para salir de la pobreza en la que viven, pero lo malo es que todas esas costumbres las traen para acá y normalmente NUNCA las cambian.
Saludos Amigo.
Muy buen artticulo tayo, muestra la realidad del pais, de nuestra sociedad.
esperro que esta contingencia sirva para hacer cambios y mejorar el sistema de salud mexicano
Saludos
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