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martes, 8 de abril de 2008

El Espíritu Olímpico, a la basura

El Barón Pierre de Coubertin ha de estar revolcándose en su tumba por enésima vez, en esta ocasión por los ataques contra la antorcha olímpica. No me lo tomen a mal, pero creo que asuntos políticos como el de la situación del Tíbet no tienen nada que ver con los Juegos Olímpicos. Y como ya ha pasado otras veces, los más afectados serán los atletas que no tienen ni vela en ese entierro.

Los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 están demostrando una vez más cómo se puede echar a perder una buena idea a través de la acción política, y eso que ni siquiera han empezado todavía. Se supone que los Juegos Olímpicos son el momento en el que la humanidad debería hacer a un lado sus diferencias y festejar un nuevo Ciclo Olímpico celebrando una justa deportiva. Pero bajo la sombra del Tíbet, estos juegos se sumarán a capítulos negros en la historia del Olimpismo como Berlín 1936 (Racismo), México 1968 (Tlatelolco), Munich 1972 (La crisis de los rehenes), Moscú 1980 (Boicot de Estados Unidos), Los Ángeles 1984 (Boicot Soviético), Seúl 1988 (Doping), y Atlanta 1996 (Bombazo). Qué lástima.

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