
Los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 están demostrando una vez más cómo se puede echar a perder una buena idea a través de la acción política, y eso que ni siquiera han empezado todavía. Se supone que los Juegos Olímpicos son el momento en el que la humanidad debería hacer a un lado sus diferencias y festejar un nuevo Ciclo Olímpico celebrando una justa deportiva. Pero bajo la sombra del Tíbet, estos juegos se sumarán a capítulos negros en la historia del Olimpismo como Berlín 1936 (Racismo), México 1968 (Tlatelolco), Munich 1972 (La crisis de los rehenes), Moscú 1980 (Boicot de Estados Unidos), Los Ángeles 1984 (Boicot Soviético), Seúl 1988 (Doping), y Atlanta 1996 (Bombazo). Qué lástima.
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