
Hace 35 años, Richard Nixon se convertía en el primer y único Presidente Estadounidense en haber renunciado a su cargo como consecuencia del escándalo de Watergate. Como Don Teofilito, aquel memorable personaje de Los Polivoces, todavía un día antes había dicho "no me voy, porque cuando yo digo que no me voy es porque no me voy ni me iré...".
Todo comenzó el 17 de junio de 1972, cuando sorprendieron a unos tipos que ingresaron de madrugada a la Sede Nacional del Partido Demócrata en el complejo de oficinas Watergate en Washington, DC, que resultarían ser agentes de la CIA. Las investigaciones destaparon la clase de mafioso que era Richard Nixon, quien tenía intervenido con micrófonos a medio Washington y trató de encubrir toda la investigación de Watergate con métodos muy cuestionables por decir lo menos.
Buena parte de esta cloaca fue filtrada a la prensa por un misterioso informante anónimo conocido como "garganta profunda". El aura de misterio que lo rodeaba y la contundencia de sus filtraciones fue tan impactante que inspiró de ahí en adelante el estereotipo del informante anónimo de Washington en películas y series de suspenso, como por ejemplo "el fumador" de los Expedientes Secretos X. No fue sino hasta 2005, a la edad de 91 años, cuando Garganta Profunda salió a la luz para limpiar su conciencia: W. Mark Felt, entonces Director Adjunto del FBI.

El colofón de esta infame historia fueron una serie de entrevistas realizadas por David Frost a Nixon en 1977. No se sábe qué pretendía Richard Nixon aceptando hablar de Watergate en las condiciones tan desventajosas en que lo hizo, pero muy probablemente el resultado no fue el que esperaba: acabó admitiendo en cadena nacional su responsabilidad en Watergate y dio respuestas tan desafortunadas como "si lo ordena el presidente, eso significa que no es ilegal". Tan mal le fue que, hasta su muerte, Nixon nunca volvió a tocar este tema.
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