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De camino a casa me topé con una estampa tan vistosa que, si se fijan, el carro de enfrente tampoco pudo resistirse a fotografiarla. No era un Arco Iris cualquiera, sino que entre el arco y el suelo se veía una cortina de luz que se movía como si de una Aurora Boreal se tratara.
Claro que, en realidad, el espectáculo no tenía que ver con las luces del norte: simplemente era el reflejo de la luz del sol en la lluvia. Pero se veía bien padriuris.
1 comentario:
Es lo chido de estar en el sitio y momento exacto. Ademas de SABER ADMIRAR lo bello de esas "pequeñas cosas" que se te regalan...
Por cierto ¡ Abusado !, porque según el señalamiento hay una incorporación próxima... no te vayan a dar un llegue :evil:
Que estes bien Amigo.
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