
Esto debe ser una especie de récord, que no hubiera sido descubierto de no ser porque en uno de sus maratones diarios contagió su equipo con un virus que puso al descubierto su afición. Para que vean que las computadoras también pueden enfermarse de enfermedades de transmisión sexual. Lo curioso es que, supuestamente, ninguno de sus compañeritos de trabajo se dio cuenta de la afición de su vecino. ¿Será posible?
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