Estamos llegando a un punto de no retorno. La situación de nuestro país se vuelve cada día más insostenible. El tema ya no es si nos vamos a hartar de tanta corrupción e impunidad. Bueno, ya ni siquiera el tema es cuándo: el día de hoy, ya estamos hartos. El problema es... ¿qué sigue? ¿volvemos a cambiar todo para que todo siga igual? ¿como ha venido sucediendo durante 7 siglos?
México es un sistema de explotación humana impresionante. Desde los tiempos prehispánicos, se estableció un régimen de castas mediante el cual unos cuantos miembros de las élites gobernantes tenían esclavizado al resto de la población. Había un Huei Tlatoani, el gran Emperador, y otros Tlatoanis o caciques más chiquitos que controlaban sus propias regiones. La Colonia mejoró este sistema, institucionalizando las castas. La Independencia no cambió las cosas. Si acaso, las castas pasaron poco a poco de ser un tema racial a convertirse en un tema económico. La Revolución cambió una casta gobernante por otra. Nada más. La Contrarrevolución, hoy prácticamente consumada, está haciendo cambios para asegurarse de que las cosas mejoren... pero para la casta que está hoy hasta arriba de la pirámide, a costa de los demás. Como siempre.
El problema es que, a estas alturas, los explotadores ya están olvidando cómo mantener contentos a sus esclavos. Le están pegando a la negra, como dice la canción. Pero ya ni siquiera les interesa. Están tan alejados de lo que realmente pasa allá abajo, en la calle, que sólo les preocupa lo que siempre les ha preocupado: la acumulación de riquezas. El resto, cumpliremos 7 siglos de esclavitud el 13 de marzo de 2025: el aniversario de la fundación de México-Tenochtitlán.
Tradicionalmente, la casta gobernante ha sabido aprovechar el descontento social para sus intereses. Cambia la cabeza, pero la corte sigue siendo la misma. Así pudieron conquistar un puñado de españoles a la ciudad más poblada de su tiempo. Así se hizo la Independencia, la Reforma, el Porfiriato y la Revolución. Así pudo llegar el fantoche de Santa Anna a la presidencia tantas veces, y siempre lo aclamaban. Así lo van a intentar otros también el día de hoy, pero no se dejen engañar: los que conforman la Casta Política son, todos, unos oportunistas, ambiciosos y corruptos. Por la sencilla razón de que el sistema está diseñado para deshacerse del idealista y premiar al ambicioso.
Ponte a pensar: ¿Por qué crees que todos los políticos, sin excepción, le tenían tanto miedo al fenómeno las Autodefensas? Porque era gente organizada, pero que no había sido organizada por ellos. Por lo tanto, no tenían control sobre ella. Ahora ya, se deshicieron de algunas cabezas y metieron al resto al aro. Pero lo importante, lo que quedó en evidencia de este capítulo es que le tienen miedo a la gente organizada. No tanto a la acarreada - como la que plaga las movilizaciones de maestros - sino a la que no se vende. La que no aplaude. La que cuestiona. La que está harta de los políticos, pero también de los plantones. La que ya no se deja manipular tan fácil.
Una de las formas más recientes de manipulación que me ha llamado la atención, es aquella que se burla de la idea de que para cambiar el país hay que "empezar por uno". ¿Cómo va a mejorar el país con que yo respete un alto, dicen, mientras hay una bola de parásitos robando y matando y arrebatándole el fruto de su esfuerzo a tanta gente? Bueno, para empezar, mejora por el hecho de que no estás haciendo lo mismo que esos parásitos. Pero también mejora por el hecho de que al comportarte como ciudadano, empiezas a pensar también como ciudadano y a dejar atrás el juego enfermizo de víctima/victimario, benefactor/beneficiario que "el pueblo" tiene con "el gobierno".
Las Autodefensas eran grupos de ciudadanos organizados para defender sus comunidades contra el crimen organizado, por medio de las armas, de ser necesario. No aplaudo su decisión de armarse, pero aquí el punto es que esa decisión la tomaron ellos mismos porque pensaban que era lo mejor para su comunidad. Sin embargo, las Autodefensas han quedado rebasadas, absorbidas por el mismo poder corruptor que querían combatir. Tal vez les faltó visión. O tal vez las circunstancias se los impidieron. Además la autodefensa, por definición, es una organización reactiva, y si cambian las circunstancias externas, la autodefensa pierde su razón de ser. Si queremos realmente que cambie este país, debemos pasar de la autodefensa a la autosuficiencia.
No sirve de nada que se arme una pasarela para que vengan cada 3 años los mismos políticos de siempre a decirnos lo que queremos oír y a firmar ante notario promesas que sabemos que ni así van a cumplir. Lo que necesitamos es, como sociedad, organizarnos. Para ello, lo primero que debemos de meternos en la cabeza es la idea de que somos ciudadanos, no acarreados. Un ciudadano tiene derechos, pero también responsabilidades. Está dispuesto a hacer sacrificios, y los acepta con gusto siempre y cuando no sean para el beneficio de unos cuantos, sino en aras del bien común. Un ciudadano cumple con las instituciones, y a cambio exige que las instituciones también cumplan. Un ciudadano no cierra la calle para exigir que le tapen un bache. Un ciudadano paga sus impuestos y va con el recibo en la mano a exigirle al municipio que cumpla con sus obligaciones. Si el municipio sigue sin tapar el bache, entonces se organiza con los vecinos para tapar el bache entre todos y pasarle la factura al municipio. Pero no es pasivo, es proactivo. No espera con los brazos cruzados a ver a qué hora se digna papá gobierno a venir a arreglar sus problemas. Un ciudadano resuelve. Esto es autosuficiencia.
Hay canales para lograr esta autosuficiencia, foros que han sido secuestrados por políticos de poca monta pero que pocos han reparado en que pueden ser recuperados fácilmente por y para el ciudadano común. Por ejemplo, los jefes de manzana y las Asociaciones de Colonos. En vez de cerrar calles a lo menso, o de comprar rifles y encapucharse, hay que arrebatarle esos espacios a los caciquillos que los controlan y convertirlos en espacios Ciudadanos. Vamos organizándonos. Porque los criminales sí lo están. Y eso incluye a los que están refugiados en los Partidos Políticos.
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