
El 16 de Diciembre de 1812, comenzó una serie de grandes terremotos en la zona donde confluyen los Estados de Kentucky, Missouri y Tennessee que culminaron el 7 de febrero del año siguiente con uno de 8.3 grados que destruyó Nuevo Madrid. Se sintió en un área de 130,000 kilómetros cuadrados y provocó cambios en el curso y durante un tiempo hasta la dirección del río Mississippi, creando el lago Reelfoot en donde antiguamente había un valle. Fue tan fuerte que hizo sonar las campanas en las ciudades de Boston, Nueva York y lo que hoy conocemos como Toronto. En la Ciudad de Washington, DC, se quebraron las banquetas y en Maine se reportaron daños en chimeneas.
Lo que hace tan peligrosa la falla de Nuevo Madrid es que, si el día de hoy se repitiera un terremoto de esta magnitud, los daños en ciudades como Memphis y San Luis serían incalculables. E increíblemente, a diferencia de otras partes del mundo con riesgo sísmico como California, Japón o México, el centro este de los Estados Unidos no está preparado para enfrentar un desastre sísmico de esta magnitud. Por eso vale la pena no dejar que se olvide el gran terremoto de Nuevo Madrid, a 198 años de distancia.
Fuente: Wikipedia
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