
Hoy se cumplen 99 años del inicio de la Revolución Mexicana. Como con nuestra Independencia, conmemoramos el día que empezó, y no el día en que terminó. Entre otras cosas, porque no queda muy claro cuándo fue eso: ¿fue en 1911, cuando Madero entró triunfante a la Ciudad de México? ¿en 1913, cuando Huerta se echó a Madero? ¿en 1914, cuando Huerta fue derrocado por Zapata, Pancho Villa, Obregón y Carranza? ¿fue en 1917, cuando el Congreso promulgó la nueva Constitución? ¿en 1919, cuando Carranza mató a Zapata? ¿sería acaso en 1920, cuando Obregón mató a Carranza? ¿en 1923, cuando Calles y Obregón mandaron emboscar a Pancho Villa? ¿en 1928, cuando Calles se echó a Obregón?¿en 1929, cuando Calles fundó el PRI? ¿en 1936, cuando Lázaro Cárdenas mandó a Calles al exilio? ¿en 1938, con la expropiación petrolera?
Así nos la podemos llevar ennumerando hitos "revolucionarios" durante todo el Siglo XX hasta llegar al triunfo de Vicente Fox en el 2000. La verdad es que no hay un momento determinante a partir del cual uno pueda decir: aquí acabó la Revolución. De hecho a estas alturas del partido ni siquiera está claro si realmente ganamos algo con la Revolución Mexicana. Por ejemplo, tenemos "sufragio efectivo y no reelección" pero a pesar de ello tenemos prácticamente los mismos Diputados y Senadores Federales desde hace 15 años, jugando con las reglas de los plurinominales y saltando entre una y otra Cámara. Se supone que "La Tierra es de Quien la Trabaja" pero otra vez tenemos grandes terratenientes y los ejidos que quedan están quebrados: simplemente cambiamos los "peones de hacienda" por "trabajadores eventuales" que salen todavía más baratos porque sólo se contratan en época de cosecha.
Otras herencias de la Revolución son igual de cuestionables: tenemos unos Sindicatos corporativistas que tienen paradas áreas estratégicas del país como la generación de energía y la educación, ya que no fueron creados por los trabajadores para defender sus intereses sino por el Estado para manipularlos y mantenerlos bajo control. El petróleo es "nuestro", pero la mayoría de los mexicanos jamás hemos visto un peso de nuestro petróleo y lo que es peor: está a punto de terminarse y no tenemos manera de buscar y extraer más. Nuestros servicios de telecomunicaciones se cuentan entre los más caros del mundo, sólo superados por países destruidos por la guerra, como Afganistán. Tantos años de hacerse de la vista gorda permitiendo que creciera el crimen organizado nos tienen hoy en un estado de violencia tal que hay más muertes por esta causa en nuestro país que soldados americanos en Irak. Y gracias a la política revolucionaria de convertirnos en un país de maquiladores, la diferencia del poder adquisitivo entre México y Estados Unidos es hoy tan grande que tuvieron que ponernos un muro de alta seguridad en la frontera para evitar que los paisanos se sigan fugando.
Sin embargo, la peor herencia de 99 años de Revolución es esa incapacidad tan mexicana que tenemos de ponernos de acuerdo. La negociación está mal vista, y por lo tanto no existe: los debates en las Cámaras del Congreso son interminables monólogos donde la tribuna, cuando no es secuestrada, es utilizada para atacar, imponer, denunciar, vociferar, ridiculizar, pero jamás para proponer, escuchar, negociar y consensar. Eso sí, a la hora en que la Nación les pide cuentas por las tonterías que votaron en la cámara, la culpa es del Presidente. Bendita Presidencia que le permite a los legisladores de todos los partidos lavarse las manos y descargar todos los pecados en la figura de una sola persona. Otra herencia de la Revolución.
La verdad es que no sé qué tanto le festejan a una Revolución cuyas desastrosas consecuencias seguimos pagando hoy, cien años después. A lo mucho el 20 de Noviembre debería ser día de duelo nacional, en honor al millón y medio de mexicanos que murieron engañados durante la bola y la guerra cristera para que al fin de cuentas las cosas terminaran quedando igual.