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sábado, 4 de agosto de 2007

La Independencia de Mexico - I


Que no le digan, que no le cuenten... La Historia de México ha sido tan cambiada y tergiversada a lo largo de los siglos que no es de extrañar que de repente cualquier hijo de vecino salga con una versión de los hechos a su modo. Como con el caso de la Independencia de México, haga usté el favor. En realidad desde hace muchos años no festejamos la Independencia de México, sino de la "gesta" de la Independencia. Ahora el gobierno de la Ciudad de México sale con que no debería reconocerse al cura de un pueblito pinchurriento de Guanajuato como al padre de la patria nomás por haber tocado una campanita el 16 de Septiembre de 1810, sino que debería de reconocérsele el mérito al síndico de la Ciudad de México que dijo que había que desconocer al gobierno de José Bonaparte el 14 de julio de 1808. No sé si a alguno de ustedes le provoque suspicacias el hecho de que la propuesta de festejar nuestra independencia au 14 juillet viene de un Jefe de Gobierno de la Ciudad de México de apellido EBRARD CASAUBON. A mi si me parece de lo más curioso.

Yendo hasta el extremo del purismo, nuestra Independencia en realidad no tuvo gran cosa que ver con nuestros "próceres": ni con Hidalgo, ni con Primo de Verdad, sino con la decadencia del Imperio Español, las guerras Napoleónicas y con otro oportunista: un general bastante vivo que supo colocarse en el lugar y en el momento adecuado para dar un cuartelazo y quedarse como "Emperador" de México. Por ese motivo, el Universo de TaYo se adelanta a las celebraciones del bicentenario y trae para ustedes, en este primer capítulo, la historia de la Independencia del Imperio Mexicano.

El 2 de diciembre de 1804, un corso chaparrito llamado Napoleón Bonaparte fue ungido como Emperador de Francia. La monarquía Inglesa se sintió amenazada y encabezó inmediatamente una coalición para combatirlo. España trató de mantenerse neutral pero no pudo: fue atacada por los Ingleses por lo que el 12 de diciembre Carlos IV se vio obligado a declarar la guerra contra Inglaterra y a concertar una alianza marítima con Francia que se vino a pique el 21 de octubre de 1805 en la batalla de Trafalgar.

Napoleón entonces trazó un plan para apropiarse de la península Ibérica y de todas sus colonias. Primero convino con España la invasión y el reparto de Portugal (Tratado de Fontainebleu, del 27 de octubre de 1807), para lo cual las tropas francesas necesitarían libre paso por la Península.

La ocupación de Portugal, cuyos reyes huyeron al Brasil, ocurrió en noviembre, pero en los meses siguientes Napoleón mandó muchas más tropas que ocuparon San Sebastián, Pamplona, Vitoria, Burgos, Valladolid y Barcelona. Aun cuando el primer ministro Godoy había favorecido la expansión napoleónica, cegado por la promesa de regir o gobernar parte de Portugal, intentó huir a América con la familia real, lo cual impidió el pueblo amotinado en Aranjuez la noche del 17 de marzo de 1808. Dos días después, Carlos IV abdicó en favor de su hijo, quien asumió el nombre de Fernando VII. Napoleón le negó a Fernando el reconocimiento y lo invitó a "conversar" en Bayona, partiendo el 10 de abril. Seguramente Napoleón no era muy platicador, porque le quitó la corona el 6 de mayo, se la dio el 4 de junio a su hermano José y encerró a Fernando en el Castillo de Valencay, de donde no saldría hasta 1814. La mayoría de las colonias desconocieron la autoridad de José Bonaparte, y se declararon abiertamente en rebeldía contra la imposición francesa.

En 1810 los franceses ocuparon la mayor parte de España, desaparecieron la Junta Suprema Central instalada en Cádiz y constituyeron la Regencia. El 14 de febrero se convocó a Cortes —asamblea legislativa— para darle al reino una nueva Constitución, incluyendo por vez primera la asistencia de representantes americanos. El 19 de marzo de 1812, las Cortes de España juraron en La Constitución de Cádiz, y fue promulgada en la Ciudad de México el 30 de septiembre en la Plaza Mayor, la cual a partir de ese momento cambió su nombre por el de Plaza de la Constitución.

La ofensiva de Wellington contra Napoleón en 1813 y la constante actividad de las guerrillas a retaguardia de los franceses, hicieron posible a la insurgencia Española retomar posiciones. Finalmente, el 11 de diciembre se firmó el Tratado de Valençay, por el cual cesó la guerra entre España y Francia y Napoleón reconoció a Fernando VII como rey. El 22 de marzo de 1814 Fernando entró nuevamente a España, el 6 de abril abdicó Napoleón y el 4 de mayo el rey firmó un manifiesto anulando la Constitución de 1812 y todo cuanto habían hecho las Cortes "como si no hubieran pasado jamás tales actos y se quitasen de enmedio del tiempo". También dio fe de su calidad humana reestableciendo la Inquisición, persiguiendo a los liberales y desentendiéndose de las sublevaciones en América que su encierro contribuyó a provocar.

El 1° de enero de 1820, en la villa de Cabezas de San Juan, de la provincia de Sevilla, se sublevó el coronel Rafael del Riego con el segundo batallón del Regimiento de Asturias. En lugar de embarcarse rumbo a América, a luchar contra los insurgentes, proclamó la Constitución de 1812. El apoyo que el pueblo brindó a este movimiento obligó a Fernando VII, el 9 de marzo, a jurar la Constitución. La noticia del triunfo de los liberales en España se recibió en Veracruz el 26 de abril y en México el 29.

Durante ese mes y los primeros días de mayo, el virrey Apodaca, el regente de la Audiencia Bataller y los felipenses Tirado y Matías Monteagudo conspiraban (Plan de la Profesa) para impedir el restablecimiento de la Constitución de Cádiz en México. Postulaban que el rey estaba oprimido por los revolucionarios y que la Nueva España debía gobernarse por el virrey, con apoyo en las Leyes de Indias, y con independencia de la metrópoli. La ejecución de estas ideas obligaba a contar con un jefe militar que mereciera su confianza. Vaya usted a saber por qué se les ocurrió confiar en un tal Agustín de Iturbide.

Los comerciantes de Veracruz, en su mayor parte masones, sospechando que el Virrey se negaría a jurar la Constitución Liberal, tomaron las armas el 24 de mayo, constituidos en el Batallón de Voluntarios Fernando VII, y fueron a pedir a José Dávila, comandante general e intendente de la provincia, que proclamara el código. Éste lo hizo bajo presión, pero advirtió a los amotinados que ese era un acto precursor de la Independencia. En Jalapa ocurrieron sucesos semejantes, y en México, el virrey, para evitar que los oficiales de las tropas españolas, casi todos masones, lo obligaran en el mismo sentido, convocó al Real Acuerdo el día 31, en cuya sesión él y los oidores hicieron el juramento. El arzobispo, los tribunales, los empleados y los colegios hicieron lo propio del 1° al 8 de junio, y el 9 el Ayuntamiento hizo su proclamación.

En noviembre, el virrey Apodaca encargó a Iturbide la comandancia general del sur, con la encomienda de combatir a Vicente Guerrero y Pedro Asencio, los únicos dos Insurgentes que seguían alzados en 1820. Partió el 16 de noviembre y para el 10 de enero de 1821 ya le estaba escribiendo a Guerrero ofreciéndole el indulto y proponiendo la emancipación. Guerrero rechazó el indulto pero ofreció colaborar en la separación de España. Acto seguido, Iturbide se puso de acuerdo con el arzobispo de México, los Obispos de Guadalajara y Puebla, y el gobernador de la mitra de Valladolid. Después persuadió a los comandantes militares de Michoacán y el Bajío de colaborar en sus planes y promulgó el 24 de febrero el Plan de Iguala. Poco a poco diferentes jefes realistas y antiguos insurgentes fueron sumándose al ejército trigarante. Y fueron capitulando una a una las plazas de todo el país.

El avance de la revolución fue atribuido por los militares de la Ciudad de México a la incapacidad del Virrey Apodaca por lo que el 5 de julio fue despojado del mando por el Mariscal de Campo Francisco Norella. El 30 de julio desembarcó en Veracruz el Teniente General Juan O'Donojú, nombrado capitán general en sustitución de Apodaca. Para el 24 de Agosto estaba firmando el tratado de Córdoba, que puso término a la dominación de España y donde se instauraba un gobierno monárquico consitucional moderado. El 27 de septiembre de 1821 el ejército trigarante entró triunfalmente en México y el 28 se creó la Junta Provisional Gubernativa que redactó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano. Juan O'Donojú, por cierto, presidió la Junta.

Fuente

Enlaces Relacionados:
La Independencia de México - II: Gaspar Yenga

La Independencia de México - III: El Grito de Dolores

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