Extraño el país donde nací y crecí. Era un país donde los niños podían salir a jugar a la calle sin temor a que los asaltaran. Donde podías dejar salir a tus hijos al cine sin temor a que los secuestraran. Donde podías contestar el teléfono sin temor a que te extorsionaran. Donde podíamos decir nuestra opinión sin temor a que nos lincharan. Donde las madres podían llevar a sus hijos a una fiesta sin temor a que los masacraran. En otras palabras: era un país en paz.
Desafortunadamente, aquel país no existe más. Cada día se vuelve más peligroso, violento e inhumano. Por culpa de estos, dicen unos. Por culpa de aquellos, dicen otros. Pero siempre es culpa de alguien más. Y todo es motivo de crítica: Si te conmueve alguna tragedia, malo. Si no te conmueve, peor. Si te da risa algo eres un insensible. Si no te da risa, eres un patán. La tecnología y la adicción a las redes sociales nos han convertido en un montón de adolescentes, egocéntricos y caprichosos. Incapaces de manejar nuestras emociones. Incapaces de reconocer nuestros errores. Incapaces de ponernos de acuerdo.
Por supuesto que todo esto es aprovechado de la forma más deleznable para explotarnos. Para convertirnos en fanáticos y ponernos a pelear entre nosotros por cosas tan estúpidas como un equipo de futbol o un partido político. Para mantenernos en un estado de permanente insatisfacción y vendernos un montón de cosas que no necesitamos. Para controlarnos explotando nuestros temores más profundos. Para hacernos creer que somos libres en un mundo en el que somos esclavos.
No sé ustedes, pero yo ya estoy cansado de todo esto. No es el país en el que quiero vivir. Es hora de cambiarlo, y para que las cosas cambien, los cambios deben empezar por uno mismo. A partir de este momento, elijo no volver a pelear por temas ideológicos. ¿Qué caso tiene discutir y enojarse por lo que dijo o dejó de decir tal o cual político si lo único que se gana es distanciarse de la familia y los amigos? ¿Qué se obtiene con querer ganar a toda costa una discusión en línea? ¿Va a mejorar en algo mi vida por burlarme de las ideas o creencias de otra persona? Por supuesto que no: nadie va a cambiar su punto de vista nomás porque a mí se me pegue la gana.
Ojo. Dejar de discutir a lo tonto no es lo mismo que dejar que lo atropellen a uno. Es la segunda parte del cambio: respetar y hacer respetar las reglas del juego, aunque nadie nos esté viendo. ¿Cuánta gente no vemos por ahí criticando cómo gasta el dinero el gobierno y resulta que ni siquiera pagan impuestos? ¿Con qué cara exiges tus derechos si no cumples con tus obligaciones?
La paz se construye con la suma de voluntades. Por mi parte, yo tengo la voluntad para vivir en un país en paz. ¿Y tú?
La paz se construye con la suma de voluntades. Por mi parte, yo tengo la voluntad para vivir en un país en paz. ¿Y tú?
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