
Tras la Guerra de México con Estados Unidos, varias poblaciones que habían estado ubicadas en medio de la nada se convirtieron de la noche a la mañana en poblaciones fronterizas. Pequeñas villas que apenas contaban con un puñado de habitantes se convirtieron rápidamente en Ciudades rebosantes de actividad. Probablemente, el caso más espectacular fue un poblado de pescadores en la desembocadura del Río Bravo llamado Boca del Río, cerca de Matamoros, que hacia 1840 se conocería como Puerto Bagdad.