
ACTA significa Anti-Counterfeit Trading Agreement, y en principio es un tratado internacional que busca reforzar las medidas contra el contrabando y la piratería. Como ya es costumbre en este tipo de acuerdos, se está negociando en secreto, a espaldas de las sociedades que se supone que representan y sin consultar a instancias como los congresos nacionales. Sin embargo, de acuerdo a filtraciones del texto preeliminar del ACTA sabemos que, en la práctica, es un atentado contra la privacidad en Internet, donde entre otras cosas se pretende obligar a los Proveedores de Servicio de Internet a espiar a sus usuarios, compartiendo información con la policía sobre sus usuarios sin necesidad de una orden judicial, y otorgar facultades a los agentes de seguridad en los aeropuertos para revisar arbitrariamente iPods, teléfonos celulares y laptops en busca de música y software pirata. Y créanlo o no, este acuerdo está siendo promovido muy activamente por el gobierno de México.
Esta medida se sumaría a los preocupantes retrocesos que ya lleva nuestro gobierno en materia de libertades y derechos humanos, que con el pretexto de la lucha contra el crimen organizado se han ido implementando poco a poco. Entre ellas, hay que recordar la obligación de registrar tu teléfono celular bajo la amenaza de cancelarte el servicio (y lo que no te dicen es que al registrar tu teléfono también estás dando tu consentimiento para que el gobierno pueda monitorear tus llamadas, mensajes y ubicación en el momento en que se le de la gana), o la necedad de crear un nuevo registro nacional de población con datos biométricos, como el del iris. Afortunadamente, la iniciativa de permitir que la policía pueda entrar a un domicilio sin necesidad de una orden judicial y la de poder disponer de los bienes de una persona que haya sido acusada de narcotráfico (esto es, sin que haya sido juzgada y encontrada culpable de la acusación) no prosperaron, pero ganas no le faltaron a nuestro democrático gobierno.
Nuevamente hay que recordar la frase atribuida a Benjamín Franklin: Un pueblo dispuesto a sacrificar su libertad por seguridad no merece ninguna de ellas, y terminará perdiéndolas a ambas. Permitir que se aprueben leyes como ésta es dejarle la puerta abierta al totalitarismo en México. Tanto de derecha como de izquierda. Parafraseando a Chabelo: ¡Mucho ojo, cuates! Díganle NO al ACTA, y cuéntenselo a quien más confianza le tengan.
Esta medida se sumaría a los preocupantes retrocesos que ya lleva nuestro gobierno en materia de libertades y derechos humanos, que con el pretexto de la lucha contra el crimen organizado se han ido implementando poco a poco. Entre ellas, hay que recordar la obligación de registrar tu teléfono celular bajo la amenaza de cancelarte el servicio (y lo que no te dicen es que al registrar tu teléfono también estás dando tu consentimiento para que el gobierno pueda monitorear tus llamadas, mensajes y ubicación en el momento en que se le de la gana), o la necedad de crear un nuevo registro nacional de población con datos biométricos, como el del iris. Afortunadamente, la iniciativa de permitir que la policía pueda entrar a un domicilio sin necesidad de una orden judicial y la de poder disponer de los bienes de una persona que haya sido acusada de narcotráfico (esto es, sin que haya sido juzgada y encontrada culpable de la acusación) no prosperaron, pero ganas no le faltaron a nuestro democrático gobierno.
Nuevamente hay que recordar la frase atribuida a Benjamín Franklin: Un pueblo dispuesto a sacrificar su libertad por seguridad no merece ninguna de ellas, y terminará perdiéndolas a ambas. Permitir que se aprueben leyes como ésta es dejarle la puerta abierta al totalitarismo en México. Tanto de derecha como de izquierda. Parafraseando a Chabelo: ¡Mucho ojo, cuates! Díganle NO al ACTA, y cuéntenselo a quien más confianza le tengan.